Los sueños nunca se escapan
“Corría un frío diciembre con las estrellas ardiendo de tristeza, corría una semana de
sueños que aparentaban la luna y su firmeza, se acercaba la navidad anunciante
con delicadeza, se acercaba el teatro de los sueños para los que aun con sus
lagrimas tropiezan, los copos de nieve eran premios para corazones débiles,
navidades pasajeras como tormentas viajeras como huracanes en noches de
tinieblas, los sueños nunca se apagan dijeron las dulces sirenas cuando
visitaron el país de la canela”.
La
navidad se acerca, nos encontramos a una semana, el tiempo ha sido el más
hermoso dicen los sabios, los que persiguieron a una estrella, los que miraron
caer murallas y terminar guerras, los que acompañaron sus lagrimas con espadas
y llamas pasajeras, los que dijeron que la navidad se celebra.
Sentada
una dama en su cama miraba de repente las estrellas alborotadas, en su cama
descansaba un retrato de su infancia, su infancia fue pasajera, junto a esa
foto aparecía una pluma y la pluma era blanca.
Ella
miraba con alegría la pluma todos los días, recordaba que era de un ángel como
su abuela le decía, a los pies de su cama unas botas gastadas por caminar en
busca de la felicidad anhelada.
Junto
a su cama una silla se mecía sola toda la madrugada y la televisión la acompañaba
aunque la señal nunca se notaba, de pronto cayeron las seis de la mañana y el
sol irrumpió en su habitación desordenada avisándole que la navidad ya se acercaba.
¿Quién
era aquella chica? Luego de varios días de imaginarla jamás comprendimos como
tan bella dama aparecía, no olvidamos jamás su sonrisa, y recordamos sus
hermosas palabras, ¡Los sueños nunca se
escapan!
Aquella
dulce dama ahora ya se encontraba en cama ya cambio su juventud por una pluma, mientras los años se mecían en una silla que dejo más que brisas de
verano.
Esa dama ahora era un presencia que regresaba para buscar su pluma,
sus silla y su retrato, y siempre en su paso recordándonos que:
Relato por Daniel Villacís
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