Tras Mis Huellas
D esde la Plaza central de un lugar cualquiera un hombre se presenta atento a causar alboroto con sus piropos, inaudita la multitud de pronto se levanta, mas no reclaman nada pues el chulla es quien les habla. Tanta delicadeza a la palabra en aquella corta inspiración, tan solo bastaron dos pequeñas frases para que encendiera de amor a aquella aturdida población. Desde un balcón en especial con el sol como su único acompañante se encontraba una dama muy elegante, con su sombrilla tan delicada y despampanante de hermosura, recibía aquellos piropos de manera delirante. Sus cabellos se veían rebosantes de belleza, mechones de perfección que inspiraban al chulla en su angustiante desesperación por llegar a ella. Nadie decía nada, todos miraban atentos como el sol cobija a aquel amor que parecía proponerse pasajero, un amor que llenaría de envidia al mundo entero. La tarde se proponía gris, la alegría cambia de romance aquel matiz, de pronto aquel chulla le susurraría c