¡Brillaras en mí!

“Brillaras en mis atardeceres, en mis amaneceres sin dudar, de Domingo a Viernes, con un amor que jamás se detiene, con una paciencia que a mi corazón lo cobija y lo hace volar.
El silencio lo vuelves tranquilidad, a las estrellas las haces brillar, tu mano es mi sendero al caminar, tu mirada el mercurio de mi felicidad, tus labios son los creadores de los cuentos de colores, Brillaras en mi Madre de mis amores”

Empezaremos con una libertadora de Casta y duro corazón Manuela Sáenz “la libertadora del Libertador” la mujer que saco la fiera que tenía dentro para defender en nombre del amor al famoso Simón Bolívar y que ella con rostro de papel, dejo su belleza a la fragilidad de un mundo sin igual.

Pero aun nos habían quedado algunas incógnitas, que serán descifradas con cortas y precisas palabras, la mujer en la colonia tuvo un papel primordial, no hablaremos de la dama que empezó quedándose en la opresión de un ajeno hogar o que salió a trabajar porque le consumió la soledad al ver como la muerte se llevaba a su compañero ideal, por el duro trabajo al cual sometido tenía que estar. Pero allí aparecía un personaje especial que ocultándose tal vez para en un comercio publicar, “Manuela Espejo” llevaba en su pluma el negro de la verdad, dejando huella en el primer comercio que nadie pudo callar.

Frente a esa Primera Biblioteca de la Ciudad se encontraba Manuela Cañizares, ella fue más fuerte y dominadora, una frase y un puñal sirvieron para que dominara a un grupo de asustados hombres, que encontraron el valor en su fuerte voz.

En medio del miedo y la opresión una valiente mujer entrego armas para la denominada revolución “Rosa Zarate” a quien la castigaron por su traición y su cabeza exhibieron a la desconcertada población.

Otra gran madre quizás que se pondría de pie a defender la manera de vestir de la mujer, Anita Peralta quien encabezaría un protesta la cual en aquella época causaría mucho malestar a las autoridades de ese lugar pero que sin duda se volvió un icono de la ciudad.

Viajemos un poco más en el tiempo tan ajeno y despiadado, se decía que incluso en la religión apareció aquella doncella que sin miedo a una posible reacción se convirtió en el icono de la población, Marianita de Jesús “La Azucena de Quito” quien entrego su vida a la salvación.

Quizá hablamos solo de algunos rostros de mujeres que traspasaron la historia, que son parte de un pasado envuelto en la magia de un mundo descomunal. Mujeres que no han muerto pues como dicen los inmortales están bajo tierra.

Quizá la mayoría de mujeres que hemos citado no tuvieron hijos pero aun así las consideramos madres de la patria, madres de la sociedad, de una sociedad que las recuerda, que las respeta y las lleva guardadas en el corazón.

Felicitamos a todas esas madres y mujeres que día a día sobrepasan el miedo y salen a triunfar.

Feliz día de la Madre

“Aun los inviernos suelen traer la anhelada felicidad”


Relato Por Daniel Villacís

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